El engaste en garras es una de las técnicas más usadas en joyería principalmente para anillos y pendientes solitarios, alianzas y joyas nupciales. Se trata de uno de los engastes que cubren en menor porción la piedra una vez engastada.
Para la realización de un engaste en garras se inserta la piedra en un espacio base entre tres y seis garras paralelas, es un espacio que puede recordar a la forma de un cesto. Los extremos de dichas garras se tuercen o se doblan sobre la piedra de forma que esta puede mantenerse firme en su lugar. Durante la construcción del engaste es muy importante procurar que la disposición en la que se encuentran las garras sea la adecuada para impedir el desprendimiento de la piedra, así como la dureza de la garra que deberá ser la adecuada.
Garantizar que la piedra no se desprenda o no sufra ningún tipo de daño es el objetivo principal de un perfecto engaste. Por ello es necesario el uso de un material duro, resistente y que no se deforme, sobre todo en aquellos diseños más arriesgados.
Normalmente cuando se crea un engaste en garras suele ser una montura con cuatro garras, aunque si se dispone de más garras, más firmeza tendrá la piedra. Los extremos de las garras pueden ser diseñados de distintas formas como forma ovalada, redonda, plana, puntiaguda o en galones.
En relación al corte, el engaste de garras puede ser adaptado para cualquier tipo de corte y talla ya que la gran mayoría de piedras en joyería permiten este tipo de engaste. La piedra queda en una posición elevada permitiendo el paso de luz libremente pudiendo así mostrar todo su brillo. El engaste de garras puede ser utilizado para la creación de anillos y pendientes ofreciendo una pieza de brillo y elegancia.
Selección de piedras.
El engaste en garras al ser una montura que principalmente se utiliza para joyas nupciales, la piedra principal suele ser el diamante. Con el tiempo, han ido cambiando los estilos y gustos, y se ha introducido otra variedad de piedras.
Dentro de esta variedad nos encontramos con el empleo de piedras preciosas como el rubí, la esmeralda o el zafiro como piedra principal que se acompaña de diamantes más pequeños y en diferentes formas. El significado de que siempre esté presente el diamante en las joyas nupciales es que simboliza “el amor eterno”.
Otra opción a las piedras preciosas son las piedras semipreciosas para nuestra pieza de joyería como el ópalo o la piedra de cuarzo que permite obtener un resultado extraordinario. Las piedras semipreciosas son más sencillas de conseguir y existe una mayor variedad. Su valor oscilará en función de sus características como dureza, belleza, perfección y rareza.
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